La
verdad no puede estar ensimismada
Añadidos
en la sopa de letras de las ficciones vitales que sorbemos
diariamente, hallamos verdes verdades y tiernas mentiras.
Saber
qué nos representa mejor, así en la vida como en el trasiego vital
visto desde la perspectiva del que pasa la vida como quien no hace
nada concreto, puede resultar complicado.
La
verdad y la mentira...Siempre nos han dicho que se instilan en
delicadas proporciones. A ver cuanta verdad admites en tu vida, no
sea que te quiebres...dice la sensatez de las comadres.
¿Pero
quién regula la sucesión de las dosis de la pócima? ¿Somos
nosotros mismos o hay algún regulador externo?
En
principio, siendo seres sociales, es normal que la colmena que
habitamos sea un regulador general de las condiciones de verdad en
que nos situamos.
Y
también, a nivel microsocial, cada una de las interacciones que
mantenemos tiene a regular, de un modo u otro, el nivel basal de la
verdad y la mentira que consumimos y que expelemos.
El
mundo de nuestros afectos nos envuelve como un blanda concha que deje
traslucir la verdad y la mentira en sus proporciones adecuadas.
¿Y
qué papel nos queda a nosotros? ¿Pero, somos, acaso, algo, fuera de
nuestro ser social?
Nunca
estamos solos porque siempre arrastramos nuestra educación y
nuestras experiencias más nítidas con los otros.
Así,
si fuera posible ser, nosotros solos, nos encontraríamos quizá ante
un dilema presentado bajo la forma de qué palabra y qué frases
decirnos a nosotros mismos.
O
lo que es lo mismo, qué verdad y qué mentira nos contituyen.
No
somos, realmente, puesto que no podemos responder fiablemente a esta
cuestión.
Lo
que sea verdad y lo que sea mentira son los modos de conocer nuestro
mundo que no podemos alcanzar a conocer.
Son
las condiciones de posibilidad de la colmena y no tanto de cada uno
de sus insectos.
Siendo
pragmáticos, la verdad será, por ejemplo, el conjunto de procesos y
condiciones que permita llenar de miel la colmena.
Y
la mentira, lo que conduzca al vacío y oquedad de la colmena.
De
este modo, retornamos a la matriz, a la simiente de nuestro deseo y
poder, a la continuidad de nuestro ser.
Excelente.
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