lunes, 6 de julio de 2020

La vida suena como los gorriones piando en mi calle. Música, a veces en contrapunto, otras pulsante, casi desfalleciente, aunque casi siempre jubilosa y plena. Si seguimos sus consejos sonoros seguramente tendremos una buena vida. A mi por lo menos, me calma y distiende armoniosamente su canto a lo largo del día. Porque la noche es para ocultarse y guarecerse en sus escondites, vida secreta pero de la misma importancia que su vida aérea a la luz. Jornada tras jornada vuelven a una vida que a algunos puede parecer monótona, pero que si te fijas bien, no deja de estar repleta de un sentido siempre renovado.

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