martes, 21 de julio de 2020

Los perros, y las mascotas en general, son seres sociales. Deben combinar su socialidad de origen, como miembros de jaurías, con la socialidad del grupo humano al que pertenecen. Su socialidad originaria, remota o próxima, aporta todo lo "salvaje" de sus comportamientos. Pero deben adaptarla a las normas sociales que rigen en su grupo humano. Así, hay un mundo paralelo en el hogar familiar que llena el perro o la mascota. Y a nosotros nos toca intentar descifrar sus códigos tal como ellos, las mascotas, han intentado por su parte descifrar los nuestros. En ese equilibrio de ignorancia mutua, de inseguridades, adquiere un gran valor el afecto mutuo que nos profesamos como cemento para construir nuestras vidas.

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