sábado, 12 de noviembre de 2022

La díada sagrado-profano, motor dialéctico de la antropología, según, entre otros, el rumano Mircea Eliade, no deja de ser otro constructo teórico más en la estela de tantos desde el Iluminismo por lo menos. Todos se caracterizan por estipular una distancia que puede ser recorrida en n-pasos, desde la semilla teorética hasta el objeto de estudio develado. En efecto, la clave para discernir lo sagrado - de lo profano - estriba en que no guarda distancias, es pasto de la instantaneidad como la concepción humana de la eternidad, mientras que todo lo que cae en el ámbito de lo profano sí que compromete distancias, o lo que es lo mismo, es mensurable o potencialmente mensurable. Como digo, ya el hecho de plantearlo de esta manera reduce lo sagrado a la mera razón con lo que, en el instante de cernirlo, lo perdemos, en tanto que ente numinoso. Seguramente, lo único que escape a esta fuerza mayor del conocimiento sea todo lo que caiga bajo el rótulo de "ciencias humanas", que no está nunca teóricamente dado. Quiero decir que siempre es posible en lo humano imaginar alternativas teóricas tan válidas unas como las otras, puesto que lo humano es un ámbito autónomo, va por libre, desde las auroras precisamente del Iluminismo. Y así estoy haciendo yo en esta entrada con lo sagrado-profano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario