martes, 18 de julio de 2023

He viajado este fin de semana en tren de alta velocidad entre Madrid y Barcelona. No viene al caso a cuento de qué. Me ha servido para comprobar, una vez más, que el trazo fino de la organización social española sigue en buena forma. Un viaje así pone en tensión varios elementos que engarzan otros tantos subsistemas del nodo de trasvases de materia y energía entre puntos geográficos distantes. Hablando llanamente, cómo moverse por el país sin mayores sobresaltos. Creo que es una buena prueba de la salud estructural de la nación porque afecta transversalmente a varios escenarios principales. Madrid y Barcelona siguen siendo los dos polos mayores de España. Su relación mutua es profunda, muy diversa y sosegada. No hablo de la superestructura sino de la infraestructura, en términos viejunamente marxistas. España es un país bronco y arisco que guarda sus caricias y suavidades bien debajo de la manta. Pero ahí están para quien quiera levantar ni siquiera una puntita.

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