domingo, 26 de noviembre de 2023

Yo tengo una madre judía. Sí, como Woody Allen. A menudo recuerdo un sketch de una película de Allen, en el que su madre, una entrañable ancianita, tras ser escamoteada por un prestidigitador, aparece en el cielo de Manhattan como una cara gigantesca y ominosa que le recrimina, de viva voz, a Allen, todos sus pecadillos y pequeñas miserias, siendo la risión de toda Nueva York. Sí... es característico de tales madres laminar suave y constantemente, a sus hijos, todos y cada uno de sus hitos en la vida. Pero, sobre todo, la gran especialidad de estas madres, es reprobar con saña a su pareja, si la tuvieran. Gracias a Dios, mi pareja, obrando en forma cabal e inteligente, nunca quiso establecer relaciones con ella ni, por extensión, con ningún miembro de mi familia. Me imagino las batallas campales que se hubieran entablado en caso contrario! La envidia de Napoleón! Yo contraataco en forma débil y desmadejada. Sí, le hablo de las palomas que alimento en mi balcón... Pero, en este caso, sin la menor duda, es hasta que la muerte nos separe. Y bien está.

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