sábado, 30 de noviembre de 2024
La memoria puede ser un territorio ignoto poblado por dragones como en aquellos antiguos mapas que rotulaban sobre tierras inexploradas "hic sunt draconi". Y se te pueden comer? Bueno, todo puede ser en este mundo pero creo que lo más probable es que te sientes amigablemente a su mesa. No estoy pensando solo en olvidos, lagunas mentales y otras pre-senilidades sino también en el maelstrom (remolino gigantesco a la altura de las islas Lofoten) que conforma el eterno retorno de mis relativamente pocos esquemas mentales memorísticos. Sí, casi siempre tiendo a tener, una y otra vez, los mismos pocos recuerdos que me ayudan a componer el tiempo cíclico en el que me siento a gusto. Eso me da mucha estabilidad mental, al menos en lo que se refiere a mis estados de ánimo. Casi siempre estoy en mi línea-base emocional, ni más alto, ni más bajo. Como no tengo futuro o al menos planes de futuro, pues eso me coloca de bruces en el puritito presente. Esto ratifica mi querencia por el tiempo cíclico, el de los pueblos primitivos que viven una y otra vez ciclos de lo mismo. Mis hitos o tótemes son tan laicos y prosaicos como un ángulo de visión desde el sofá cubierto con mantita escuchando música, en el que recaigo muy a menudo. O bien, la llama de la velita que prendo cada tarde invariablemente. Soy un hombre previsible, diréis. Y es cierto. Pero sabéis? Eso me permite descolocar totalmente a quien me observe cuando, de repente, me salto mis perennes rutinas. Hay que guardarse algún as en la manga...
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