viernes, 18 de junio de 2021

Rezar es como elevar los planos de tu casa al Arquitecto para que los vise. (Mis amigos ateos, pero optimistas, puede que me pidan las señas de ese profesional)

viernes, 4 de junio de 2021

Imaginemos a Luis Napoleón Bonaparte, también conocido como Napoleón III, en algún momento de la década de 1860, degustando piña en Niza. ¿Tendría algo de raro? La probabilidad de este evento aumentaría a medida que adelantase la década puesto que Niza, y sus contornos, fue incorporada a Francia por esas fechas. Ahora no recuerdo si por medio de un tratado diplomático o por hazaña de guerra, en fin... Raro acontecimiento el que el pobre Napoleón III tuviera éxito en sus trabajos de política exterior, como raro sería -aunque ya menos por esas fechas- comer piña salvo para los muy pudientes de altas clases sociales. Al menos hasta fines del siglo XVIII la piña era un manjar ultracaro sólo apto para superricos. Cabe mencionar al respecto esculturas de piñas de tamaño mayor al natural en los jardines de residencias palaciegas británicas para indicar así que el propietario tenía acceso frecuente a ese fruto. En fin, que Napoleón III, pavo real o ave del paraíso de la política de su tiempo, perdería con gusto alguna de sus plumas multicolores por Niza...y hasta por la piña.

viernes, 14 de mayo de 2021

La buena vida (o la felicidad de corriente continua, por así decir) suele tener el tono gris de una película de antaño, que ya no se estila pero sigue gustando. Entre la duda (razonable) y la gracia (también la de Dios), ¿será ese el secreto que la mantiene a flote? Ahora que París va a implantar su París Central (peatonal) cabe recordar su escudo de armas en el que campa un barco con el lema "Fluctuat nec mergitur" (fluctúa pero no zozobra). Llamadme romántico trasnochado, pero yo sigo creyendo que es posible la felicidad en París, en cualquier París que habitemos.

domingo, 2 de mayo de 2021

Feliz día del trabajo. Creo que lo que se podría celebrar es la libertad de trabajar, pues no es tarea baladí, a veces, el mero hecho de trabajar. Estoy pensando en quienes desempeñan un trabajo contra viento y marea, esto es, contra la voluntad diaria de dejarlo, de abandonar un esfuerzo que no les trae mas que sinsabores. Por contra, todos los que desempeñamos diariamente nuestra labor con buen ánimo y sabiendo recoger sus buenos frutos psicológicos, deberíamos celebrar el derecho al trabajo como el regalo que nos ofrecemos a nosotros mismos. Para todos los trabajadores - y aspirantes a serlo -, sin embargo, el contenido del trabajo, de cualquier trabajo, es el referente externo de nuestro lenguaje y comunicación durante varias horas a la semana (por lo menos), pues lo envuelve y arropa. Y, como tal, nos vuelve adeptos, por unas horas, del realismo filosófico (aquel que dice que existe una realidad externa). Y así el trabajo se convierte en la piedra de Rosetta que permite traducir nuestro pensamiento al producto de nuestro trabajo, sea cual fuere este. Con lo que nos volvemos transparentes, por un instante, y, ¿no dicen que la transparencia es el signo de la inocencia que caracteriza al resto de los animales? Así que, feliz día del trabajo, humanos en comunión con la Naturaleza. Nota: Esta publicación podría ser un ejemplo de "ficción filosófica". No pretendo haber hilvanado un argumento consistente.

jueves, 22 de abril de 2021

¿La etimología de "sujeto" viene de sujeción? No es tal que así pero viene al pelo pues la materia de que están hechos los sueños es única y exclusivamente el tiempo...Tiempo sin sujeción, sin sujeto que le ate. Así, soñar es un mero pasatiempo, el ocio de la conciencia. No lo lastro, pues, con pesadas genealogías de infancia como prescribiría el psicoanálisis. Hemos quedado entonces en que soñar es un pasatiempo de adultos, adultos que pueden tener cuatro años...Porque tal es la adultez de la conciencia. No buscaremos esa adultez, claro está, en la presunta responsabilidad de otros trabajos, porque, ¿qué mayor responsabilidad que seguir soñando, mantener el rumbo de la ensoñación?... Hasta que el estruendo del despertador nos haga perder el Tiempo, seguramente para seguir perdiendo el tiempo con las engorrosas labores de vigilia.

sábado, 10 de abril de 2021

El individuo libre y responsable, basamento del siglo XIX liberal, es una decantación progresiva de lo que se puede llamar el hombre-sociedad de la época pre-capitalista: esta expresión creo que sintetiza la idea de que el hombre tradicional es una aleación del conjunto indivisible de todos sus pares sociales, y su diferenciación y decantación produce, claro, al hombre liberal. La enfermedad natural del hombre liberal es el narcisismo, esto es, dejar de amar a la diferencia para amar a lo idéntico. La diferencia surgía naturalmente de la interrelación entre hombres libremente responsables (y que por tanto han dejado la coalescencia para estar separados lo suficiente como mínimo para poder verse y reconocerse mutuamente como individuos y ese hiato, esa oquedad ya los diferencia). Pero ese hombre "redondo", una suerte de mónada social, por independiente y autónomo, puede fácilmente caer en la tentación de mirarse el ombligo con la consiguiente pérdida de vista. A medida que se fue generalizando ese onanismo surgió el hombre-masa propio del siglo XX, que vendría a ser una suerte de manifestación de narcisismo colectivo, luego de profundo desequilibrio - y enfermedad - colectivo, pues el narcisismo solo puede manejarse, con cuidado, en formato individual.

martes, 30 de marzo de 2021

Se ha querido presentar a veces a la psicología como una vuelta a los orígenes, cuando si es algo es un arma cargada de futuro. Hacer más que hablar, aproximándose a nuestro ideal de persona y de conducta, debe ser su norte. La psicología más como función que como forma, podría también argüirse. Mirad, en el día de hoy, que conmemora a san Raimundo Lulio, quien por sus teorías medievales de aroma cabalístico expuestas en tablas que permutan símbolos para generar todo el conocimiento de su época ha sido considerado el santo patrón de la moderna lógica combinatoria, se nos muestra el ejemplo de un gran conocedor de la función simbólica. Y a tal seriedad del conocimiento debería poder aspirar la, a día de hoy, non sancta psicología, de verbo impúdico muchas veces, que no de conducta intachable.