miércoles, 27 de septiembre de 2023
Veréis. Divagando recientemente me dije que hubo una Edad Media larga y oscura antes del Renacimiento del siglo V a.C. en Grecia, con ciudadelas amuralladas y reyezuelos aislados. En el siglo V a.C. surge la Atenas de Pericles a la que seguiría el helenismo y Roma. En total, unos mil años hasta el 476 d.C., fecha de la caída del Imperio Romano de Occidente. Luego viene la Edad Media, otros mil años hasta 1453, año de la caída de Constantinopla. Y si hubiera un gran ciclo histórico de mil años en mil años? Con una sucesión de Renacimiento, Auge y Caída en la oscuridad? Ahora estaríamos, más o menos, a principios del siglo III d.C., inicio del Bajo Imperio Romano con una decadencia notable en las artes, la sociedad y las formas culturales en general. Todavía quedaría siglo y medio o dos siglos de civilización. La historia no es una ciencia, así que yo puedo lanzar mis chorradas al vuelo sin peligro de que retornen como cagadas sobre mi cabeza.
lunes, 18 de septiembre de 2023
Ahora que estamos a punto de entrar en otoño, en el hemisferio boreal, envío un recuerdo cariñoso a los resfriados, catarros y enfriamientos de antaño. Eran una pésima compañía, pero se les cogía cariño a fuerza de persistentes y contumaces. Desde la aparición de la mascarilla en mi vida no he vuelto a frecuentarlos. Estos días la llevo puesta en el metro, foco de miasmas y pestilencias varias, a una profundidad variable. Son días de cierta contrición y enclaustramiento, ni que sea mental. Y así, en los conciertos del domingo, estoy revisando las óperas de Mozart. Las óperas de madurez. Desde El rapto en el serrallo hasta La flauta mágica. Este domingo llegaré al segundo acto de Don Giovanni. Es que esas óperas de Mozart son un recorrido muy inteligente por las peripecias vitales de lo amoroso y aledaños. Y la máxima expansión vital del ser humano, hacia el otro o la otra amorosos, requiere a modo de pie o contrafuerte de una breve retracción mental. Y el otoño entonces lo propicia en clave de metáfora. Sí, seas Donna Anna o su marido, todo tiene su tiento...y su tempo.
sábado, 9 de septiembre de 2023
Espero no hacerme muy pesado si vuelvo a mi sofá de las tardes. Veréis, en los meses de verano me echo, para escuchar el concierto de la tarde, con los pies hacia la ventana que da al exterior, con luz solar y las ramas de un árbol por las cuales andan y revolotean alegres gorriones. Empecé la escucha de esta guisa, pero enseguida he vuelto al modo de los meses fríos, esto es, con los pies orientados en sentido contrario, hacia la cocina americana. Me he dado cuenta de que me resulta más cómodo, agradable y placentero el modo invernal, es decir, contemplando el diseño y disposición de los muebles de cocina y los electrodomésticos, incluyendo en lo alto un emisor de aire acondicionado. A la derecha quedan los estantes con mis libros y un pebetero en el que, todas las tardes, arde una vela cuya llama es, para mi, el corazón de la persona que más quiero. Así que este es un criterio para decidir si soy una persona más orientada a lo natural o a lo artificial (que incluye el mundo de las ideas). Llamaré a esta prueba - modestamente - " test de Zurriaga", que consta de un solo ítem. Este test es muy útil, por ejemplo, para los vendedores de libros de todas clases, pues puede servir para determinar si soy un lector potencial de Thoreau o bien de Bertrand Russell. Imaginad que os recibe en sus salones el tal vendedor y dispone de un escenario que reproduce el que he descrito anteriormente. Os dice: "Pase a la sala de espera. Ah! y no se prive de echarse en el sofá...". Convengo en que en este ejemplo es más útil cuando tratáis con adolescentes que con personas como yo, maduras o mucho más, frutos en descomposición. Pero siempre es bueno contrastar científicamente las intuiciones personales, no?
P.D.:
Probad a trazar una línea horizontal (a modo de boca) y algún otro rasgo de una cara. O mejor aun, encontradlo a vuestro alrededor. Ya lo tenéis? Escuchad ahora música (por ejemplo). No encontráis diferentes expresiones en el supuesto rostro a medida que transcurre la escucha? Sí, estáis proyectando al exterior vuestras sensaciones, vuestros pensamientos. Yo lo practico todas las tardes mirando la rendija (a modo de boca) del split del aire acondicionado. Y lo mejor de todo es que no hay engaños...
viernes, 1 de septiembre de 2023
¿El conocimiento implica una forma de destrucción, de entropía? El conocimiento, que implica siempre un gradiente (se va incrementando o disminuyendo), es una característica básicamente humana. Así, es una forma de alteración (de alejamiento progresivo) del nicho ecológico que nos pudiera corresponder. En ese sentido, es destructivo. Y su manifestación concreta, a la vez metafórica y real, la técnica, destruye el equilibrio previo que había durado tanto como la existencia del nicho ecológico. Se genera de este modo siempre que hay conocimiento, desecho, basura, bajo la forma de los restos desechados del equilibrio primigéneo. Y son basura, en tanto han perdido su función, su forma metafóricamente hablando, con lo que son informes e inmundos. Vemos pues que la basura, en su forma prístina un vertedero, es una de las claves de la hominización y aun de nuestra actual época.
domingo, 20 de agosto de 2023
Cada vez tengo más claro que los ciclos son esenciales para la vida y, por ende, para la vida de los seres humanos. Y si hubiera un ciclo en 500 metros a la redonda, pongamos por caso, que sostuviera todos los procesos físicos y mentales bajo su ámbito? Desde la evolución de las nubes hasta mi último pensamiento. No os ha pasado alguna vez que sentís que estuvieran coordinados vuestros pensamientos y el paso de una nube que pone o quita sombra? Soy taaan egocéntrico que soy el único que lo ha sentido alguna vez? Tendría fácil explicación, no fundada en un ataque de paranoia, si un gran ciclo local estuviera activo. El ciclo es soberano, por decirlo de alguna manera, y nosotros somos sus vasallos, es decir que normalmente estamos bastante descoordinados pero si somos lo suficientemente hábiles, podemos engancharnos al ciclo al menos durante alguno de sus lapsos. Todos hemos oído hablar a los escritores, a algunos cuando menos, diciendo que cuando están inmersos en el proceso creativo de una novela, su vida es un continuo de "casualidades". Y si, en ese periodo, estuvieran en fase con su ciclo local? Tengo la sospecha de que, al entrar en fase, se logra la suerte de algunos soldados que, aparentemente, son inmunes a una lluvia de balas en plena batalla o de algún político del que se dice que tiene la "baraka", la Suerte por antonomasia. Creo que no estoy diciendo nada nuevo, vendría a ser la laicización de la gracia de los cristianos. Yo, por si acaso, he rezado mis oraciones a la hora de la siesta, como todos los días.
miércoles, 9 de agosto de 2023
Sí, el verano está acabado...(lo puedo seguir diciendo por lo menos un mes y medio más). Ejem, ejem... pues sí, llevo 11 días en la rutina trabajosa, empeñosa del laborar y descansar. Y esta tarde, echado en el sofá, escuchando el concierto de la tarde, he sentido que se ajustaba un caleidoscopio inflado en tres dimensiones por el calor. Me he sentido, entre el verde de las plantas que se dignan vivir entre mis cuatro paredes, el brillo del polvo que flota tocado por el sol, y las sombras chinescas de la pared (espectáculo que siempre me asombra el de las sombras semovientes en la pared), me he sentido, digo, integrado, engarzado en mi entorno que me arropa. Como soy misántropo, como ya sabéis, mi entorno no son otras personas - al menos en el lapso de la tarde -, sino, como digo, plantas, luz y sombra. Y ese a modo de caleidoscopio me ha hecho sentirme, una vez más, en casa. Sí, en casa conmigo mismo, y qué queréis, ha sido una sensación placentera. Como si el déficit de energía que acumulo en la mañana laboral me hiciese darme cuenta del precio, que pago gustosamente, del descanso vespertino. Y lo que tiene precio se valora, justamente. Esa es la pequeña diferencia, para mi, entre el vacar del verano y el holgar que acaba dando el trabajo. Si fuera un perro, diría que es la diferencia entre andar vestido de casa - cubierto solo con mi pelaje - y vestirme para salir a la calle - o sea, ponerme el collar o el arnés -. Los perros saben vivir...
sábado, 29 de julio de 2023
El verano está acabando... Si yo siguiera las constelaciones de mi infancia debería decir ahora eso. Sí, recordáis los tres meses de vacaciones escolares? Cuando llegaban a su fin era una pequeña hecatombe, valga la, pequeña, contradicción. Pues ahora yo me hallo en una tesitura semejante. Ayer fue mi último día de vacaciones. Sí, el lunes comienzo el curro. Métro, boulot, dodo...era el mantra popular en el París de los ¿50?. Metro, curro, piltra...la rutina diaria, la gran rutina diaria. A mi, que queréis que os diga, lo que me asusta es el metro. Ese invento infernal, como un aquelarre a lo Julio Verne, un tubo sin ventilación expuesto a todos los miasmas, un catafalco ambulante. Exagero? Bueno...soy, a veces, excesivo. Al otro lado de ambos extremos del tubo la vida se prodiga en sus dos vertientes, laboral y de ocio. Mi trabajo es tranquilo, adocenado y renqueante. Y se hace en un suspiro. Mi ocio es el de los sacerdotes egipcios. Interminable y caudaloso como el Nilo. Pero entre ambos está el vaso comunicante... Si yo fuera rico, iría todos los días al trabajo en coche conducido por un chófer. Pero, maravillas de la ilusión, no lo soy. Así que, prepárese el inframundo, que allá voy!
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