el cuentista impenitente
jueves, 16 de octubre de 2025
Hablando con mi buen amigo José María, sacamos el tema de la evolución del pib y, para comparar, escogí el último dato, y el del 2008, último año antes de la gran crisis. En España, en 2024, el pib per capita fue de 35 300 dólares, y en 2008, de 35 600 dólares, a esto hay que descontarle la inflación del período que fue de entre un 15 y un 20 por ciento. Con lo que hemos perdido, respecto a 2008 entre 15 y 20 puntos porcentuales de poder adquisitivo. Yo, ante esto, intento contraatacar con datos de Occidente. En Francia, el último dato de pib por habitante es de unos 46 000 dólares, y en 2008 fue de alrededor de 39 000. Añadiendo la inflación del período, que en los países de Europa occidental, fue muy similar en todos, resulta que se han quedado como estaban en 2008. Es decir, tienen igual poder adquisitivo que entonces. Han pasado 17 años y no se ha crecido en absoluto, o se ha decrecido. Pasa igual con Italia, Reino Unido y Alemania. Es un signo claro de la decadencia de Occidente, bien sea un declive relativo o absoluto. La diferencia estaría en que siendo relativo, consistiría en un período de reajuste con otros países, tradicionalmente del Tercer Mundo, que ahora se han aproximado económicamente a nosotros. Véase, China o la India y otros. De algún modo, sería volver a la normal histórica, puesto que China siempre ha sido económicamente igual o superior a Europa. Si la decadencia fuera absoluta, ello vendría a ser como la caída del Imperio Romano, pero, quizá, al ralentí. Apocalípticos e integrados, aquí hay chicha!
sábado, 4 de octubre de 2025
A ama a B, B ama a C, y sucesivamente... Es el esquema amoroso básico. A mi me parece muy bien en primer lugar porque ya situarse en esa serpiente multicolor es un logro desde mi punto de vista. Y además si B se deja amar o hace la vista gorda sobre tal cuestión es ya la repanocha. Querer tiene como complemento dejarse querer. Y no otra cosa es posible. Porque el universo puede haberte colocado a B a tiro, eso ya es mucho, muchísimo, pero que encima pretendas que B te devuelva lo que pones en él ya es pedir demasiado. El mundo es tonto, o se hace el tonto, para que tú puedas amar pero nada más. Porque amar debe tener un valor evolutivo negativo, excepto el amor de madre. Tiene sentido, poner todos los huevos en el mismo cesto reduce tus posibilidades de supervivencia. Y crear un circuito cerrado de energía, si B te amase como tú le amas, sería como entrar en el terreno de la entropía, peligroso terreno. Así que el mundo, para precaverse, se asegura de que eso sea muy raro. B puede hacerte carantoñas y algunas pamemas, eso sí está permitido por el Universo, y así se mantienen la mayor parte de las parejas. Pero un amor de ida y vuelta, A ama a B y B ama a A, desequilibra las fuerzas al hacer girar sobre sí misma a la pareja, piétiner sur place. Literalmente, no conduce a ninguna parte. Y al retroalimentarse sin fin lleva con bastante seguridad a los miembros de la pareja a desquiciarse progresivamente. Un amor loco. Gracias a Dios la mayor parte de las parejas están cuerdas.
jueves, 25 de septiembre de 2025
- Creo que fue el conde de Romanones quien, a principios del siglo XX dijo que la política era el arte de lo posible.
- Sí, yo creo que hoy día se podría decir que la política es el arte de tejer y destejer como Penélope.
- ¿Por qué?
- Estamos en un periodo de decadencia de Occidente y los políticos tienen problemas y no hallan soluciones.
- ¿Sí?
- La única salida para una política inteligente es pues hacer y deshacer constantemente. Tomar medidas y luego contramedidas, o mejor aún, decidir pero no llegar a cumplir por motivos diversos.
- Un símil sería cambiar de opinión bastante a menudo.
- Sí.
- Y con esta política se consigue achicar tiempo, ganar tiempo, lo que es uno de las máximas aspiraciones de cualquier hombre o mujer político.
- Qué tiempos...
- Sí, yo lo aplico a mi vida diaria, en francés se diría que es el arte de piétiner sur place.
- Francia, quién te ha visto y quién te ve!
- Que viva España!
viernes, 19 de septiembre de 2025
Hay actualmente 3 grandes civilizaciones. La occidental, la musulmana y la china-oriental. Rusia forma parte de la civilización occidental solo que muy atrasada. En el siglo XVIII se decía que las modas - las modas de París - llegaban a Rusia con 50 años de retraso. Hoy Rusia tiene 150 años de atraso sobre el resto de Occidente. Occidente tiene varios lóbulos, uno de ellos es Rusia y sus adláteres, y otro América Latina, que es el Occidente mestizo. De África no musulmana, no sé qué decir. Cada gran civilización tiene su evolución propia y sus sesgos, de todo tipo. España y Portugal contribuyeron a la mayor expansión de Occidente al incorporar a América. Porque Inglaterra solo aportó satélites excéntricos, como en principio eran sus 13 colonias, Canadá y Australia. Así que solo España y Portugal pueden aspirar al título de madres-patrias. Y con la virtud de una madre no se juega, así que, entre otras cosas, parece garantizada la unidad del español - y del portugués -.
lunes, 15 de septiembre de 2025
- ¿Qué hay de lo mío?
- Todo se andará...
- ¿Sabes? En Castilla no se lleva el "ir haciendo" tan catalán.
- No me extraña.
- No hay nada qué hacer... Si yo pensara eso, no pertenecería a mi generación. Soy viejo.
- La evolución lenta y sostenida forma parte de los valores esenciales de la cultura occidental.
- ¡Claro! Es el trasunto de lo liberal, el dejar que fluya el juego de la oferta y la demanda, siempre formando nuevos planetas por acreción de micromateriales.
- Es lo contrario de las rupturas, por ejemplo de las rupturas generacionales.
- Sí...
- Hoy ya vemos que se prepara una hecatombe sociológica.
- Piano, piano. Eso nos parece ahora.
- Pero es que no tenemos mas que el ahora...
- ¿Tú también has perdido el pasado? Porque el futuro es un juego de palabras.
- No queda nada. Mi remanente de tesorería está a cero.
- Creo que no es cierto. Siempre se puede viajar a la semilla.
- ¿Eso no es un mito liberal?
- Sí, y por eso te lo digo. Vuelve a empezar, again.
- Qué fastidio. Yo que creía que ya tenía ganado el cielo...
- Ya sabes: de derrota en derrota hasta la victoria final.
- Que se lo digan a los corredores de la Vuelta...
viernes, 5 de septiembre de 2025
- ¿Qué miras, Schopenhauer?
- El mundo.
- ¿Y? ¿Da vueltas?
- Alrededor de un astro lejano.
- Sí, ¿y vuelve siempre?
- Gira y gira en constante retorno.
- No me digas más, amigo: creo que ya sé de lo que escribes.
- ¿Sí?
- Tú eres mago y das trucos de malabares.
- Hombre...No está mal visto. Yo soy filósofo y puede decirse que los filósofos hacemos eso.
- Llegará algún día...¿Vosotros decís eso, no?
- Yo digo más bien que el día ya está llegando a su ocaso, pero bueno...Mira, yo soy de los que piensan que la vida es sueño y que el despertar no será dulce.
- Ya...Andas a trompadas con el mundo.
- Por eso digo que el mundo es voluntad y representación.
- ¿Sabías que los indios les robaron a los chinos el secreto de los pañuelos?
- Es posible, llevan lagrimeando miles de años.
- Un pañuelo es todo lo que separa a tu nariz del mundo.
- ¡Está bien visto! Se lo recordaré a mi perro esta noche.
- Te dirá, moviendo el rabo, que quiere cenar...y bien está.
- Hasta la vista, Aristú, se me ha hecho tarde.
- Adiós, Arturo. Y buen olfato.
- ¿Para la filosofía?
- Sobre todo a la hora de la cena.
martes, 26 de agosto de 2025
Hay una tendencia en filosofía que lleva a aseverar que el mundo - las cosas y las personas - puesto que son conocidas solo a través del sujeto son, en realidad, desconocidas para mi (y para ti). Sí porque solo las conozco indirectamente. Como no podía ser de otro modo, diría yo, puesto que me parece que es una verdad de Perogrullo que el sujeto conoce (yo conozco) y que las cosas no están disponibles inmediatamente para mi sino solo a través de las percepciones. Lo contrario vendría a ser algo así como que yo fuera uno con las cosas (y las otras personas), lo que me parece que es un sinsentido. Se tardó muchos siglos en ser consciente de esta verdad. Para mi esto se podría renombrar como la democracia del objeto puesto que la situación filosófica anterior en la que supuestamente el sujeto conocía sin intermediación a las cosas las situaba, de hecho, en un plano de inferioridad respecto al sujeto cognoscente (ya que este las violaba constantemente y a placer, podría decirse, pues no podían ocultar nada de lo suyo: ni un ligero velo las cubría). Desde la asunción de esta verdad que he expuesto más arriba, el mundo, las cosas y las demás personas, está en pie de igualdad con el sujeto que conoce. Cada uno tiene su reino autónomo, podría decirse, aunque ambos estén inextricablemente entrelazados. Sí, darse cuenta es uno de los placeres más grandes - y misteriosos - de este mundo.
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