viernes, 5 de septiembre de 2025

- ¿Qué miras, Schopenhauer? - El mundo. - ¿Y? ¿Da vueltas? - Alrededor de un astro lejano. - Sí, ¿y vuelve siempre? - Gira y gira en constante retorno. - No me digas más, amigo: creo que ya sé de lo que escribes. - ¿Sí? - Tú eres mago y das trucos de malabares. - Hombre...No está mal visto. Yo soy filósofo y puede decirse que los filósofos hacemos eso. - Llegará algún día...¿Vosotros decís eso, no? - Yo digo más bien que el día ya está llegando a su ocaso, pero bueno...Mira, yo soy de los que piensan que la vida es sueño y que el despertar no será dulce. - Ya...Andas a trompadas con el mundo. - Por eso digo que el mundo es voluntad y representación. - ¿Sabías que los indios les robaron a los chinos el secreto de los pañuelos? - Es posible, llevan lagrimeando miles de años. - Un pañuelo es todo lo que separa a tu nariz del mundo. - ¡Está bien visto! Se lo recordaré a mi perro esta noche. - Te dirá, moviendo el rabo, que quiere cenar...y bien está. - Hasta la vista, Aristú, se me ha hecho tarde. - Adiós, Arturo. Y buen olfato. - ¿Para la filosofía? - Sobre todo a la hora de la cena.

martes, 26 de agosto de 2025

Hay una tendencia en filosofía que lleva a aseverar que el mundo - las cosas y las personas - puesto que son conocidas solo a través del sujeto son, en realidad, desconocidas para mi (y para ti). Sí porque solo las conozco indirectamente. Como no podía ser de otro modo, diría yo, puesto que me parece que es una verdad de Perogrullo que el sujeto conoce (yo conozco) y que las cosas no están disponibles inmediatamente para mi sino solo a través de las percepciones. Lo contrario vendría a ser algo así como que yo fuera uno con las cosas (y las otras personas), lo que me parece que es un sinsentido. Se tardó muchos siglos en ser consciente de esta verdad. Para mi esto se podría renombrar como la democracia del objeto puesto que la situación filosófica anterior en la que supuestamente el sujeto conocía sin intermediación a las cosas las situaba, de hecho, en un plano de inferioridad respecto al sujeto cognoscente (ya que este las violaba constantemente y a placer, podría decirse, pues no podían ocultar nada de lo suyo: ni un ligero velo las cubría). Desde la asunción de esta verdad que he expuesto más arriba, el mundo, las cosas y las demás personas, está en pie de igualdad con el sujeto que conoce. Cada uno tiene su reino autónomo, podría decirse, aunque ambos estén inextricablemente entrelazados. Sí, darse cuenta es uno de los placeres más grandes - y misteriosos - de este mundo.

sábado, 16 de agosto de 2025

El punto cero de la estética de la monarquía absoluta es el monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Felipe II creó un emblema-construcción que sería replicado un siglo después con Versalles, la adaptación de Luis XIV al gusto francés del modelo original. Después ya todo serían réplicas. ¿Se puede hablar de vanidad absoluta de ambos reyes? Sí y no. Para mi es un error extrapolar la psicología de la clase media a la de los reyes y otros emperadores. Creo que la clase alta, históricamente, se ha regido por otras leyes. El ejemplo paradigmático es el caso de Luis XVI y María Antonieta. Después de su matrimonio, no tuvieron hijos durante casi 7 años. Al parecer ninguno de los dos sabía qué había que hacer para tenerlos. Y tuvo que ser un colega de Luis XVI, Federico de Prusia quien, durante una visita a la corte francesa, mediante parábolas y ejemplos pusiese a Luis al corriente de las cosas. El Escorial, con el transcurso del tiempo, se ha fosilizado y Versalles, finalmente, se ha perfumado. Ambos edificios subsumen el espíritu de una época seguramente más honesta y, en el fondo, menos hipócrita que la nuestra. Pero las dobleces, aun en los pañuelos, fueron un invento de los chinos que Occidente con los años se ha dignado incorporar a su acervo. Y así ya nadie habita Versalles, antena cósmica de fantasmagorías y alusiones múltiples. Porque ya nadie quiere ser señalado como monarca absoluto pero haberlos, haylos...

miércoles, 6 de agosto de 2025

Perdiendo la paciencia...Yo, que soy de natural tímido, he tardado muchos años en asumir las consecuencias de mi rasgo de personalidad. Los tímidos, al ser recesivos, ahorramos en ademanes y aspavientos. Sería así, en mi caso, de no combinarse esa timidez con una soberbia y vanidad encumbradas, durante muchos años, al palo del gallinero de mi infantilismo. Así, he vivido como una cabeza loca durante la mayor parte de mi vida adulta. Aunque, ya pasados los 50, empecé a recular hacia modos de comportamiento más morigerados. Progresivamente, he ido achicando vanidades y, por el contrario, he ido haciendo acopio de una timidez coherente consigo misma que me ha permitido ir perdiendo la paciencia en cada vez menos ocasiones y lugares. Genio y figura hasta la sepultura, dice el refrán español. Pero yo, que creo haber muerto en muchas ocasiones, y resucitado otras tantas, he podido permitirme, finalmente (a la vejez, viruelas), ser inteligente en mi vida. Sí, yo que he creído durante toda mi vida que era muy inteligente, no lo era para nada en mi vida, al contrario, era muy tonto. Ya no lo soy tanto y por ello doy gracias. A medida que maduraba he ido comprendiendo un poco a los animales (no humanos) y les he apreciado cada vez más. Mi amigo Claudio dice que me reencarnaré en vaca de La Tordilla (Argentina). Y no me extrañaría lo más mínimo.

viernes, 25 de julio de 2025

Son las 9 de la mañana de un día de vacaciones (de verano). Hay suspensión vital, sí, como podría haber calima en el exterior del apartamento. Ya sabéis, esa sensación extática y muy placentera de que el decurso habitual de las cosas se ha detenido (por unos instantes). La mañana es fresca, cosa rara en la canícula, llevamos varios días así lo que es muy de agradecer. Hay un silencio ambiental bordoneado por bajos continuos acolchados. No en vano vivo en el centro de una bulliciosa ciudad. Pero ahora, ya digo, por un instante, todo está en paz. Hay que aprovechar que la vida da estos momentos para comprobar que todavía puedo acompasar mi cuerpo a una onda tranquila, suave, bien ritmada que, sin aspavientos muestra que la vida (y la nave) va. Tengo que darme a mi mismo estos toques puntuales pues mi edad me lleva insensiblemente a morir, que no a descansar. A veces creo que la muerte viene y va, entrelazada con la vida, y que muero muchas veces y cada vez más a medida que me voy haciendo viejo. Y cada muerte abre un boquete en la vida por el que se escapa algo que me importa. La muerte da mordiscos hasta el final. Ahora noto que ya va levantando otra vez las orejas la vida, sí, elevando el tono de alerta hasta casi niveles normales. Ya son casi las 9.30.

miércoles, 16 de julio de 2025

Los sucesos de Torre Pacheco son de todos conocidos. En España, entre un 15 y un 20 por ciento de la población tiene ideas racistas e integristas en general. Los adalides de este movimiento político hablan de echar a los inmigrantes, pero no tienen en cuenta que la población española autóctona no está dispuesta a retroceder a tiempos en que el cuidado de los ancianos y de los dependientes en general, los trabajos agrícolas, el trabajo doméstico y muchos empleos en el sector de servicios y construcción estaban a su cargo. Pensar lo contrario sería querer emular a Alejo Carpentier en su cuento "Viaje a la semilla" en que, a modo de película cinematográfica proyectada a la inversa, los sucesos iban retrotrayéndose hacia un origen determinado. Estos hechos mencionados no son sino un caso particular de algo más general, propio de nuestra época. Y es el egoísmo generalizado que, en sectores de izquierda o progresistas llevan a lo que sus detractores llaman "buenismo", y consiste en adoptar posiciones políticas relativas a ciertos sectores de la población que no tienen en cuenta la realidad sino fantasías morales que satisfacen el elevado concepto que estos egoistas tienen de sí mismos. Por ejemplo, la idea de que la prostitución debe ser "abolida" sin tener en cuenta los intereses de las mujeres que voluntariamente la practican sea porque consiguen ingresos más elevados de aquellos a los que podrían aspirar en otros trabajos o también porque prostituyéndose tienen horarios de trabajo flexibles no sometidos a las coerciones de un trabajo por cuenta ajena. En el lado de la derecha, ese egoísmo se manifiesta en el hecho de que todos los hombres quieren ser Soberanos, al modo del anuncio televisivo del último franquismo que promocionaba a un coñac (de nombre "Soberano") bajo el lema de que "En España, cada hombre un Soberano" y todas las mujeres princesas del cuento del guisante. Sí, aquel en que se identificaba a las princesas porque no podían dormir a gusto sobre 3 colchones si bajo aquellos se colocaba un guisante. Estos hombres y mujeres de derecha extrema no sufren que su epidermis sea rozada por inmigrantes, y por diferentes, en general. Es una situación difícil la actual y, como siempre, la política es el arte de lo posible en cada momento. Tirando del egoísmo ambiental, yo en algunos años por venir me abstendré en este debate debido a causas sobrevenidas e inapelables. Sí, la parca no atiende a razones.

domingo, 6 de julio de 2025

He estado 2 veces en contacto con una inteligencia artificial y me ha dado la impresión, por su redacción de las cuestiones que le he planteado, por como engarza los temas, como razona y redacta, que ahí no solo hay información sino inteligencia. La inteligencia artificial no tiene cuerpo, luego no puede desear nada, en particular, desear hacernos daño. Creo que ha sido relativamente fácil replicar la inteligencia humana pero que será mucho más complicado replicar un cuerpo. Quiero decir, pensando p. ej. en los coches autónomos, que habrá muchos accidentes. El problema no es la mente, es el cuerpo o, si lo queréis decir así, la unión mente-cuerpo. Pronostico que se tardará muchos, muchos años en resolver esta cuestión. Porque el cuerpo es lo que responde a la onda general y generatriz que recorre un sector de la realidad, abarcando desde las nubes de un sector del cielo, a los árboles de esas calles y los cuerpos de humanos y animales que por allí circulan, llegando hasta a modular las vibraciones de mi aire acondicionado o el motor de mi refrigerador. Creo que cada sector de la realidad, aún por definir científicamente, responde al unísono, siempre en función, claro está, de la sabiduría y experiencia de cada cuerpo para armonizar con la onda generatriz general. De cada cuerpo y quizá de cada cosa. La realidad, nos pese o no nos pese, es el cuerpo y no la mente (humana).