La
huella de la bota sobre la nieve encerraba un misterio que Alex tenía
que desvelar para seguir caminando con cierto temple a la altura de los
pasos helados. "El pie está cristalizado", pensó. Así reducía la imagen
de la huella de la bota perfectamente encapsulada en la materia
cristalizada. "¿No será una huella de Blancanieves?", pensó con un punto
de angustia mal acallada por imágenes waltdisneyanas que acudían a su
mente. Y mientras esto se decía, trastabilló y casi se cayó sobre la
blanda nieve. Risueño tras el mal paso, Alex ya sabía lo que le tenía
que contestar a la esfinge de los hielos. "Antes incluso de que me
pregunte", se dijo ufano.
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