domingo, 6 de mayo de 2018







La gran elección de las mujeres

La existencia de Dios no se puede probar, ni tampoco refutar. Hay supuestas pruebas clásicas de la existencia de Dios, que no resisten un barrido lógico en serio. Una de las más antiguas es esta.

Si X tiene por causa Y, y a Y lo causa Z, ascendiendo por la cadena de causas tenemos que llegar por fuerza a una causa primera. Esa causa es Dios.

(¿Y por qué detenerse, cuál sería la causa de Dios, y la causa de la causa...?)

La verdad no nos hará libres, pero sí, seguramente, nos permitirá encarar el sendero que conduzca a nuestra felicidad.

¿Y la felicidad, para qué?, se pregunta Juana, personaje de Clarice Lispector.

Vuelta a recomenzar. El giro de la rueda lógica no tiene fin...

Esa búsqueda de la felicidad, individual, es una de las causas del feminismo, que lleva y ha llevado a muchas mujeres a abandonar otro tipo de consideraciones sobre su fin en el mundo.

Porque una de las mejores maneras de ser felices, en serio, es buscar y encontrar un sentido a nuestra vida en este mundo.

Ello ha conducido, a lo largo de la historia de las religiones y de los sistemas morales, a determinar algunos puntos en común. Y básicamente, la necesidad de darse a los demás, de entrega fuera de sí mismo.

A ello se opone la búsqueda de la felicidad individual, en la que el centro del mundo es nuestro propio ombligo.

Algunas feministas, bastantes de entre ellas, han preterido así la búsqueda de una felicidad en pareja y la maternidad y la crianza de los hijos.

Una falsa concepción de la igualdad, que no de derechos, que eso no está en discusión, las ha llevado y las lleva a forzar la mano de tener una carrera laboral igual a la de los hombres.

Lo que provoca, o bien el abandono de la maternidad y en muchos casos de la pareja, o bien el manotear en el aire con desespero para intentar tenerlo todo. Carrera y maternidad.

La experiencia nos va enseñando que, de una u otra forma, hay que elegir. Las mujeres tienen que elegir.

Vemos cada día parejas disueltas e hijos descuidados en su educación y sus estudios por el vano intento de combinar lo mejor de ambos mundos.

Muchas mujeres feministas han optado por posponer indefinidamente la maternidad, y dado que su idea-pivote es la búsqueda de la felicidad individual, no consiguen mantener por mucho tiempo una relación de pareja estable.
Ello conducirá en un futuro próximo a un incremento sostenido y constante de la frustración de ese grupo de mujeres.

Otras han roto con su pareja y se encuentran abocadas, siendo madres, a la imposible tarea de mantener el estatus económico a que se han acostumbrado y educar convenientemente a la prole.

Parece un escenario digno de la fase del capitalismo que nos ha tocado en suerte vivir. Hijos descuidados en sus estudios y educados por las redes sociales, que frecuentan sin control.

Es el antecedente perfecto de la distopía que nos están cocinando. Generaciones de ignorantes, fácilmente manipulables por el sistema para que sobrevivan con sueldos de miseria.

A las élites rectoras les interesa claramente la propagación del feminismo tal como se está plasmando en nuestras sociedades occidentales.

Los hombres han elegido hace mucho. Desde los tiempos del patriarcado, el hombre ha elegido tener una carrera laboral y no cuidar, como tarea principal, de los hijos. Si se viera forzado, optaría claramente por no tener hijos. Desde luego, no a su cargo.

Es sobre la mujer occidental de nuestros días, sobre quien recae la responsabilidad de enderezar o socavar definitivamente el sistema.

La mujer, libre e igual en derechos con el hombre, ya no está obligada por ningún tipo de ataduras a tener una vida de una sola dirección. Puede elegir, libre y soberanamente.

¿Qué tipo de sociedad nos aguarda en un futuro próximo? ¿Una sociedad basada en la generosidad y el valor de ser para los demás o una sociedad teledirigida para fundar brechas insalvables entre sus pobladores?

Es la gran elección.

No hay comentarios:

Publicar un comentario