sábado, 6 de octubre de 2018

El sudor del final de verano nos prepara para los catarros, resfríos y constipados de cambio de estación, que son, a día de hoy, las señales más fiables de la llegada del otoño meteorológico, que ya casi nunca coincide con el astronómico. Esperamos a la vuelta de la esquina, el recuerdo vírico y bacteriano de nuestros cuerpos ancestrales, que nos han constituido y ya no son, pues las cepas mutan de año en año. No nos resfriamos dos veces en el cuerpo que nos mueve. Somos nómadas de nuestros cuerpos, y así, un año más.

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