miércoles, 3 de octubre de 2018

Las puertas que separan al recinto del hospital del exterior son la linde entre dos mundos: el del tiempo de baile, de vals lento, como no, y el mundo sin amparo de la calle nuda. Dentro, el cálido y confortable aleteo del enfermo interno en sus ensimismamientos, y fuera, el tráfago atroz y despiadado. La luz lechosa y la luz acerada. Las puertas...¿de algún infierno o del Infierno sin más?

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