Si se trazase un canal por la geometría de la sinrazón, las travesías serían imposibles debido a las constantes tempestades. Por eso un punto -en tal geometría- equivale a sembrar un acto de fe, pero la locura frígida y aleve lo embargaría pronto y se escindiría en dos o en infinitos puntos. Y así, vuelta a empezar.
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