viernes, 27 de septiembre de 2019

Cuando Felix Mendelssohn, el compositor romántico, hablaba en sus veladas de Windsor con la reina Victoria, más de una vez se coló en la conversación el nombre de su hermana, Fanny, compositora genial al igual que él, pero de incierta fama durante mucho tiempo. Fanny vivió a la sombra de su hermano, primero, y de su marido, después. 
El caso de Clara Schumann, esposa del compositor Robert Schumann, en la misma época, es un poco diferente. Clara había sido concertista de piano desde su juventud y, después de la muerte de su marido, reanudó su carrera con gran éxito. Sin embargo, su faceta como compositora, de gran peso, permaneció olvidada durante largos años.
Hasta ese momento histórico, las mujeres vivieron sometidas al dominio del varón. Desde fines del XIX comenzaron a cambiar las tornas -recordemos el movimiento sufragista- y, sin ir más lejos, la agitada vida sentimental de Alma Mahler, mujer, entre otros, del compositor postromántico Gustav Mahler, que, poco tiempo antes, le hubiera valido el ostracismo social.
Las cosas evolucionaron mucho a lo largo del siglo XX, creo que la mejor época para el balance entre mujeres y hombres se sitúa justo antes de la revolución sexual de los años 60. Aquí, el emblema serían Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre, pareja esquinada y a ratos, francamente antipática, pero de altura similar en sus dos vértices.
El antagonismo natural entre hombres y mujeres, que aflora en la llamada lucha de sexos -realidad solo del siglo XX- queda fielmente reflejado en películas como "La fiera de mi niña" (años 30). A días de hoy, todos podemos tener la sospecha de que el combate empieza a estar amañado, con la consiguiente pérdida de interés en el espectáculo.

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