Somos incompletos en un mundo completo. En sociedad somos partes de un todo. El hombre completo, como el ideal del héroe wagneriano, sería un ser antisocial, o más bien, asocial, con lo que ni siquiera habría aprendido a hablar. Y esa negación del hombre sería una definición en negativo del nosotros sin el yo que lo complementa y acaba por darle sentido.
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