martes, 27 de agosto de 2024

Me acabo de cortar el pelo. He estado en un tris de preguntarle al peluquero si tenía muchas canas (eso, mientras veía caer finos hilillos blancos). Me he contenido. No os parece que la detención, sea del pensamiento o del verbo, es una estupenda maniobra de supervivencia? El "verbus interruptus" abre bifurcaciones momentáneas por las que me puedo colar si soy lo bastante ágil, mentalmente, y escapar de la quema. Siempre estamos a punto de la quema, verdad? Por lo tanto, mis silencios jalonan la via regia de la supervivencia. Es una cuestión meramente estadística. A menos emisiones verbales, más cortinas de humo se elevan hacia el mundo y, detrás de ellas, simular no parece una mala acción, pues todo va de suyo. Ser bueno o parecerlo? Yo creo que viene a ser lo mismo pues depende de lo parapetado que esté el "yo", la conciencia que observa. Es cuestión de grados de retrancamiento de la conciencia. Para mi, que soy transparente, una virtualidad de la ingenuidad que me caracteriza, parecer y ser son simplemente lo mismo. Sí, ya puedo sobrevivir, en el reino de la elegancia errante, por la calle, un par de meses más con mi rutilante corte de pelo.

sábado, 17 de agosto de 2024

Sospecho que la vida, de cada cual, se abona al tiempo circular y así tiene una estructura de rondas, que se entrelazan unas con otras, y que nos van llevando en una danza interminable. De aquí para allá, pero sobre todo para hacer pie casi siempre en el mismo sitio. Al fin y al cabo nuestra capacidad de variación de escenarios vitales es finita y acabamos a menudo muy cerca de donde empezamos la danza que nos acaba de ocupar. Pero danzar sería el emblema vital por excelencia. Si todo en nuestra vida acaba por repetirse es que seguimos una coreografía. Yo danzo cada día, patosamente eso sí, para poder salir y luego llegar a mi casa. Y dentro de mi apartamento, suelo danzar mentalmente coreografías muy repetidas. Es por eso que si no fuera esencialmente circular el carácter del tiempo de mi vida a estas alturas estaría tan aburrido que me habría abonado a cualquier cóctel de drogas, sexo o rock and roll, y no es el caso. Así que morir, punto y final, será el coup de force de mi vida. Es curioso, yo me imagino mi muerte como una continuación de mi vida circular, en la que nada acaba, algo así como la, última, sonrisa del gato de Cheshire que se va difuminando en el aire. Y dejo de hablar porque ya he puesto el punto y final de esta andanada.

miércoles, 7 de agosto de 2024

Borges y Kant son dos ejemplos de lo que yo llamo el perenne retorno sin mácula. Ambos repetían, incansablemente, gestos, movimientos y hasta pensamientos en ciclos de distinto recorrido. Así, Kant paseaba todos los días pasando por los mismos sitios con la tenacidad de un reloj bien engrasado. Yo, siguiendo los pasos de esos grandes hago lo mismo. Por las tardes, en casa, en solitario y por las mañanas, en el trabajo, apañándome para integrar en mi deambular cíclico a mis compañeros. Por supuesto, hay que introducir, de cuando en cuando, pequeños epiciclos, al modo del sistema de Ptolomeo. Pequeños ajustes que sostienen el modelo. Yo creo que uno de los secretos, a voces, de la racionalidad y de la humanidad, es la repetición. La posibilidad de mantener un esquema de pensamientos - que funcione - a través de la espesura de lo contingente que nos acaece día a día. En efecto, sin conseguimos mantenerlo en pie tenemos la llave que da acceso a una porción de racionalidad en este mundo. Con lo que lo que nos hace humanos no deja de ser una forma del aburrimiento. Y con esta pequeña trampa final no tengo que pedir perdón por ser tan soso, como dice mi madre.