sábado, 17 de agosto de 2024

Sospecho que la vida, de cada cual, se abona al tiempo circular y así tiene una estructura de rondas, que se entrelazan unas con otras, y que nos van llevando en una danza interminable. De aquí para allá, pero sobre todo para hacer pie casi siempre en el mismo sitio. Al fin y al cabo nuestra capacidad de variación de escenarios vitales es finita y acabamos a menudo muy cerca de donde empezamos la danza que nos acaba de ocupar. Pero danzar sería el emblema vital por excelencia. Si todo en nuestra vida acaba por repetirse es que seguimos una coreografía. Yo danzo cada día, patosamente eso sí, para poder salir y luego llegar a mi casa. Y dentro de mi apartamento, suelo danzar mentalmente coreografías muy repetidas. Es por eso que si no fuera esencialmente circular el carácter del tiempo de mi vida a estas alturas estaría tan aburrido que me habría abonado a cualquier cóctel de drogas, sexo o rock and roll, y no es el caso. Así que morir, punto y final, será el coup de force de mi vida. Es curioso, yo me imagino mi muerte como una continuación de mi vida circular, en la que nada acaba, algo así como la, última, sonrisa del gato de Cheshire que se va difuminando en el aire. Y dejo de hablar porque ya he puesto el punto y final de esta andanada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario