En la sentina las balas de papel ardían sotto voce, con poco oxígeno.
Gabriela veía en cubierta, a través de algún intersticio, surgir una
fumata. No le dijo nada a Justo. Cuando el incendio se propagó y el
barco se fue a pique dejó que le salvara esa noche entre sombras,
destellos y la luz del fuego.
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