Los
monjes budistas aprovecharon el día de sol en la altiplanicie para
echar a volar sus cometas. Jugaron a enlazar y desenlazar aire, papel,
madera y seda en un laberinto de corrientes de aire. Cuando cayó al
suelo la última cometa, la suerte del ritual de fertilidad estaba
echada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario