Si Facebook fuera un gigantesco troyano compraría virus naturales, no
virtuales, para hacer temblar nuestras extremidades superiores a la
altura de nuestros teclados en fiebres que se extenderían por un porrón
de horas al día. Como no estoy seguro de que no lo haga, me cuidaré muy
mucho de llevarle la contraria cuando pregunta qué pienso. Es una
pregunta tan capciosa como si le preguntásemos a un enfermo terminal si
quiere vivir.
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