Sobrevive a la guerra incivil de cada día y se corona emperatriz de Lavapiés. (Sabía muy bien que se lo debía todo a la zarzuela). Poco después, pare una camada y, así, funda una dinastía. Nada le aflige y escasos son los que la inmutan. Vivirá, como le corresponde, una vida ejemplar. (La moneda, lanzada al aire, cae de canto).
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