sábado, 30 de marzo de 2019

Un psicólogo competente te enseña cómo puedes cambiar las reglas del juego sin morir en el intento.
Un psicólogo competente te enseña a comprender por qué haces trampas.
Un psicólogo competente no pronostica lluvias sin estudiar detenidamente los datos de los sensores meteorológicos.
Un psicólogo competente te hace darte cuenta de lo que tienes delante de tus narices (cuando hasta ahora tenías los ojos en la nuca).
Un psicólogo competente te enseña a sintonizar con la banda ancha de la realidad.
Un psicólogo competente empatiza con tus pros y tus contras y, sin distraerse en juzgarte, señala falta o penalty, claros y distintos.
Un psicólogo competente te acompaña un breve lapso y tras dotarte de mejores herramientas, te suelta en el terreno de juego.
Y sobre todo, un psicólogo competente, tras ofrecerte té o café, no aprovecha para sonarse los mocos en los pañuelos que se sitúan a la vera de psicólogo y de paciente.
Nota: Me he inspirado en el psicólogo que tengo más cerca, dueño de dos perros estupendos, para más señas.

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