lunes, 17 de abril de 2023

Creo que la prueba del nueve de una vida razonablemente feliz es dejar de jugar con el rompecabezas del pasado. Como el tiempo psicológico es elástico, ello se refiere también al futuro. El presente, si no se intenta escapar de él, es el tiempo de la comodidad psicológica. Pues ofrece asiento firme y descanso seguro. Me estoy refiriendo al presente de nuestra vida hogareña, por así decir, recoleta, íntima. Es claro que los humanos somos seres temporales y que mucho de nuestro tiempo útil lo pasamos en el futuro y en el pasado. Pero cuando volvemos la vista hacia dentro, ni que fuera por un instante, esto es, cuando estamos en "casa", podemos darnos el lujo de vivir el presente. Mi receta, que seguramente sea personal e intransferible, consiste en cuadricular esa porción de presente mediante hábitos, costumbres, rutinas. Así ese presente se reproduce constantemente a sí mismo, a medida que en días sucesivos repito esa rutina. Pero claro, ello exige no pagar el peaje de cotillear en el pasado y en el futuro. Personalmente, me ayuda mucho el hecho de tener memoria de pez. Cuando revivo el pasado vuelvo una y otra vez a las mismas imágenes, recuerdos, clisés. Con lo que ese pasado se convierte en una rutina más de mi presente íntimo. Como no se trata aquí de ganar la "flor natural" en los Juegos Florales de la felicidad, ya con eso me doy por satisfecho. Y no os entretengo más que me espera la lectura del libro de relatos "Gravedad cero", de Woody Allen, ese Soberano Pontífice de los Estados Risueños.

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