viernes, 31 de mayo de 2019

La pintura puede tener como límite de su eficacia visual una sola mirada, esto es, el punto de no retorno de su intensidad emocional o conceptual es que haya sido vista. 
Naturalmente, el límite inferior de la pintura no tiene por qué coincidir con el trazo de un pincel de un solo pelo sobre el lienzo. Los medios técnicos no implican limitaciones perceptivas. 
Pero el lenguaje simbólico atrapado en la pintura sí que permite distinguir miradas bizcas o tuertas de miradas más normales (y nobles).
A menor carga semiótica, sea cual sea el nivel de significado transitado, menores posibilidades (chances) tiene la pintura de aguzar la mirada, afilarla hasta que recorta sobre la superficie pintada algún meme digno de transmitir aunque sólo sea a la posteridad de esa misma mirada, contribuyendo a dar espesor psicológico a la mirada de uno o de miles de espectadores.

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