domingo, 9 de junio de 2019

No puedo decir que ha comenzado el verano sin que se produzca el hecho un sí es, no es, luctuoso, de mi catarro estival. La transición al verano siempre se acompaña de un doliente estado febril y mucoso-carrasposo. Es mi peculiar forma de adaptación al verano - y también al invierno -, y no le he de dar muchas más vueltas. La fiebre es vida, vida borboteante y cuasi-hirviente. Así sea, Padre, Dios-sol.

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