el cuentista impenitente
lunes, 17 de junio de 2019
Recibir un lengüetazo de un perro es recibir un sopapo húmedo. Una dosis concentrada de afecto que te arma de razones para salvar al pobrecillo de la inanición por la falta de ingesta de chuches a deshoras. Y el perro lo sabe, vaya si lo sabe...
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