Con la difusión instantánea de informaciones de todo el mundo, uno ya no sabe, a ciencia cierta, si la erupción del Krakatoa ha tenido lugar en la Sierra de Madrid o a 100 kilómetros de Yakarta. Con lo que los mocos de la civilización occidental se difunden a velocidad de tormenta tropical por todas partes. Ello comporta asimismo que África y China se apelotonen a nuestras puertas. Una cosa que no sabemos, como Santo Tomás, es si tienen mocos.
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