miércoles, 23 de octubre de 2024

En nuestra época, las ideologías políticas están siendo solapadas por utopías sociales. De alguna forma, se está dando gato por liebre cuando nos inoculan todas las secuelas de lo - ya algo lejano - políticamente correcto. Así, los feminismos 2.0 (a diferencia del feminismo clásico), ecologismos 2.0, nutricionismo 2.0 (por el cual nos recomiendan prácticamente vivir del aire porque todo lo que ingerimos es malo), etc., intentan modificar nuestro comportamiento y hábitos sociales. Son utopías sociales que se ofrecen al público como si fueran opciones políticas. Peor aún, se les adjudica ser moralmente "buenos", con lo que no se da opción a disentir o adherir a formas de vida alternativas (como la forma de vida tradicional hasta hace unos pocos años). Si no nos dan opción a disentir, se supone implícitamente que estas utopías sociales están al alcance de todo el mundo, con lo que alcanzaríamos el desideratum de la vida democrática además de negarse a sí mismas al negar el carácter de utopía (que por definición es inalcanzable). Pero esconden un totalitarismo muy del estilo de las admoniciones de la Iglesia en los tiempos duros del franquismo. No mires pornografía porque no es bueno (porque es pecado), no vayas con malas mujeres porque es malo (porque es pecado), y así sucesivamente. Si una utopía es real nos convertimos en robots pues lo que está por definición más allá del alcance humano se vuelve un imperativo de nuestro accionar en la vida, negándonos así la libertad y la voluntad. Borregos del mundo, uníos...

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