- ¿Qué admiras?
- Puede que la versatilidad o la bonhomía de la Naturaleza en el trasunto floral que nos rodea, no lo sé, déjame admirar.
Y Javier Del Prado Biezma, continuó con la exploración de esos mundos interiores que tan fácilmente él sacaba a flote, a la luz de sus brillantes ojos, martilleando la experiencia con conciencia bien emprendedora.
Y mientras tanto...la luz tornasolaba los alvéolos florales, las inflorescencias se acomodaban al vagabundeo del día y se escapaban de la noche que ya llegaba.
- Que juegues bien, se despidió Javier.
Y Adán le siguió con la mirada mientras se refugiaba en su paraíso interior.
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