Todos empezamos simplemente siendo, lo que es algo sumamente
desestabilizador porque conlleva la creación constante de mundos en los
que habitar, que se agotan a cada poco. Por eso, preferimos devenir,
siendo así recreadores de mundos preexistentes a nosotros que duran en
tanto nos transformemos hacia lo que queremos ser. El mundo del ser es
heroico, es el tiempo del mito también. El mundo del devenir es el de la
primacía moral del deber ser, y es el tiempo del logos.
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