Nacho abrió la claraboya y miró al exterior. Había montoncitos de hojas
agostadas por el verano dispuestas al borde de la acera. La brisa
caliente hizo rechinar los goznes. El infierno se abrió y salió...un
estadio de fútbol con todas las plazas de pie y al sol. (Y Dios en su
infinita sabiduría le otorgó una subsede del Mundial de fútbol).
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