Quería obtener resultados y deshacer entuertos con su pareja. Así que
encerró al perro en su habitación con los 53 peluches y muñecos. Este
procedió a su destrucción metódica y radical. Cuando su pareja regresó a
casa, aliada natural del perro puesto que veía en los muñecos rivales
del tiempo pasado, ella supo que tendría que encerrarse en el baño a
llorar largamente y de forma compungida, para celebrar con amargura la
victoria final.
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