La
conferencia
El
relato completo no tiene otra base que la locuacidad diarreica de los
conferenciantes, siempre enzarzados en discusiones, si no bizantinas,
sí al menos algo abstrusas.
Se
separa de cualquier pormenor al uso la continuidad en la narración,
que deviene así propiamente dicha, inane y falaz.
La
construcción completa recaba mucho de sus andamiajes de la tabula
rasa practicada por los conferenciantes, pues es sabido que, cada
sucesiva intervención se inicia en el vacío, al no hacer el menor
caso de las precedentes.
La
forma correcta de tomar el rábano por las hojas es al dente, pues de
cualquier otra forma resulta o bien coriácea, o bien nauseabunda.
Así,
el relato se inicia y prosigue luego a trompicones, como en sucesivas
arcadas de comensal mal enseñado (y peor dispuesto).
Hay
aleluyas y plácemes mal dispuestos y peor entendidos, no podía ser
de otro modo dadas las bases en que se asienta.
La
combinación de todas las onomatopeyas y concursos de ideas,
mezcladas de consuno, provoca el asqueo y disgusto de cualquier
oyente o lector.
Sabido
es que la lectura pormenorizada de las actas de la conferencia a
nadie se le ha ocurrido, ni creo que a nadie se le vaya a ocurrir.
Sabemos
que, muchas veces, se tomó la parte por el todo, y el todo es una
argamasa de tal densidad gramatical que difícilmente se podrá
trocear o tomar en porciones digeribles.
No
se resolvió en ningún asunto, ni en ninguna entrada, como era de
esperar. Pero, eso sí, los traductores simultáneos estaban
contentos. Les daba tiempo hasta a degustar sopas minestrone durante
su ímproba labor.
La
duración de la secuencia de actos es incontrastable y el espectáculo
a que dio lugar tuvo efectos inenarrables, por el derecho y por el
revés.
Poco
a poco, la marea alta de la locuacidad dio paso a la marea baja del
sopor y hasta del sueño sobre los atriles de los conferenciantes.
Así,
se declaró match nulo por la incomparecencia en vigilia de todos y
cada uno de los presentes.
Las
consecuencias para la paz mundial fueron contundentes e inmediatas.
Se declaró, en ausencia de contrincantes, la paz perpetua en todo su
vigor y extensión.
(Se
hizo un molde en yeso de la sala de conferencias y su contenido para
dar cumplida constancia de lo ocurrido, sin parar mientes en
desgracias coyunturales y personales de los ya caídos y yertos en
acto de servicio, conferenciantes)
Me encanta, querido Zurriaga.
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