jueves, 17 de enero de 2019

- ¡Agua va!
Y llovió en las profundidades.
Poco a poco, los niveles hormonales subieron y la continencia volvió a reinar sobre la meteorología corporal.
- ¡Usted es un auténtico visionario! Un Savonarola de la vida diaria.
- Poco a poco, hijo mío, piano piano.
(Los medios de comunicación de masas le tironeaban para comprarle la exclusiva).
Andaba ahora vestido con una piel de cordero.
- ¡Usted sí que sabe!
- Sí, pero ahora uso desodorante y francamente...no es lo mismo.
(Decía esto mientras se rascaba por debajo de la piel de cordero).
Y fíjese, se me está oscureciendo la piel.
(Ahora tenía pelaje de lobo o asimilado).
- ¡Eso no es nada, pelillos a la mar!
(Y se deshacía de pequeñas guedejas de entre los dedos).
- ¡Lluvia, mi dorada lluvia, por qué me has abandonado!

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