sábado, 5 de enero de 2019

Caballos que vuelan: una manada suspendida en las alturas de una meseta. Ese fue el principio -y el fin-, el alfa y el omega de mi primera excursión de senderismo, in illo tempore. Siempre supe que los caballos voladores nunca me abandonarían porque hice un relato del viaje. Perdido hace ya tiempo, queda esa imagen en mi mente, que no vuela, sino que se desliza sobre raíles como de tranvía, imagen recurrente esa de una película alemana de los años 20, "Sinfonía de una gran ciudad". Creo que mi mente es más sinfónica que pictórica, pero aun así, los caballos vuelan.

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