Así como la risueña vid preludia una alegría natural, el instinto de Europa preludia una gran transformación. La muerte encontrará la vida y todos nosotros, como pequeños insectos, arderemos en los rayos del nuevo estío. (A menos que el destino, en forma de hombre del tiempo providencial, nos conduzca a una melindrosa primavera).
No hay comentarios:
Publicar un comentario