martes, 8 de enero de 2019

Alan Turing, el famoso lógico de entreguerras, no sólo ideó el test que lleva su nombre para intentar descubrir a una máquina inteligente, sino que también ideó una prueba para calibrar la madurez de los que alguna vez habían leído el cuento de Blancanieves. Llevó a su fin lógico, y no fantasioso, el acto de la bruja: inyectó arsénico en una manzana y se la comió (eso ya fue en los años 50). El hecho de que casi nadie se horrorizase ante su muerte muestra claramente que tuvo éxito en su empeño.

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