lunes, 16 de marzo de 2020

¡Ay, lo que son los 60! Ya no tengo un estómago a prueba de balas. Comedido y moroso con lo que como, mi estómago ha descendido a la categoría de escopeta de aire comprimido. Lo que me rejuvenece un tanto recordando tiempos infantiles (¡pum, pum!). Ahora que lo pienso, sabios infantiles de estómago desfondado han existido en todos los tiempos, todos esos niños de mirada de gloria y vientres hinchados por el hambre. Y no somos hijueputas los que comemos morosamente para cuidar nuestro estómago. Curioso secreto de la vida, éste...

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