sábado, 28 de marzo de 2020

La estupidez es un arma de doble filo: por un lado, ralentiza las respuestas ante contingencias graves, pero por lo mismo, es un parapeto ante el bombardeo estimular continuado. Pero no saber si estás orando a Dios o al diablo puede ser una ventaja selectiva de peso. Así puedes ofrecer en todo momento la cara al destino que más convenga. 
Habría que sopesar el estudio de la fertilidad de los estúpidos, pero me parece que regando a derecha e izquierda aumentan las posibilidades de supervivencia. No es cierto que la mayoría de la población se componga de estúpidos pues la variabilidad genética hace que sus descendientes se encuadren en todas las categorías intelectuales, más o menos equitativamente. Pero sería curioso que la deriva genética a la estupidez fuera la dominante en la especie. Se confirmaría así, una vez más, que la naturaleza no valora especialmente la inteligencia. ¿Será esta algún tipo de virus letal en la evolución? La estupidez es sana, sin duda.

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