Hoy podría ser san José, que fue un niño toda su vida y como tal
alardeaba de sabiduría (decía siempre Jo!...Sé!). Pero los siete sabios
de Grecia interceptaron su comunicación telepática y empezaron a
proferir tal cantidad de axiomas, lemas y aforismos que al pobre san
José no lo quedó otra que inclinar la cabeza y no levantarla nunca más
de su banco de carpintero.
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