Jesús nació, creció, vivió y murió en galeras. Amarrado al banco de un
galeote, nunca aprendió a hablar pues el silencio era imperante entre
los remeros. Con sus paladas contribuyó a trazar un surco en el mar, lo
que creo expresa bien la fe en el destino humano. Así podían haberme
contado la historia de Jesús, y así os la cuento yo.
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