jueves, 28 de julio de 2016
Los sortilegios de la razón andan sueltos, en realidad nos traspasan,
fulgurantes a cada instante, el pensamiento se dirige raudo hacia
cualquier lugar y lo transforma sin pausa. El encantamiento del mundo
por la razón prosigue incansable, siglo a siglo y década a década. No
hay ninguna barrera, ningún obstáculo que puedan detenerla. ¿Sabemos
porque nos lo han dicho o porque sabemos? Tremenda cuestión que encierra
tantos y tantos sortilegios..."¡Anda a casa a por árnica!", le gritan
al niño que se ha caído, se ha resbalado de los brazos de la razón y
busca con desamparo cómo proceder. Porque la razón es ante todo una
querencia...
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