domingo, 2 de febrero de 2020

Sólo es comparable la ineptitud y ceguera de las élites políticas españolas durante la crisis del 98 a la de los mandarines y emperadores de la guerra de los Boxers, por ejemplo. La emperatriz Cixi alentó a los sectarios a perpetrar masacres de población extranjera y acabó teniendo que huir de Pekín disfrazada de campesina. La única persona que contemplaba con perspectiva la situación en España fue la infanta Eulalia, según consta en escritos suyos, que había viajado por Estados Unidos y conocía perfectamente cuál era el nivel de desarrollo de aquel país. El resto de la clase dirigente española seguía pensando que éramos un súperpoder y subestimaba claramente a Estados Unidos. Después de la guerra del 98, el primer ministro inglés dictaminó algo así como que España y Turquía eran los dos "hombres enfermos de Europa". Por suerte, Bismarck había dicho un poco antes que "España era el país más fuerte de Europa", porque "llevaba siglos intentando destruirse y aún no lo había conseguido".

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