Un farolillo abre y cierra la noche, uno entre tantos... para poder
vivir, amar, debe haber una corriente que nos lleve formada por muchos.
Número y absoluto no casan. Somos números como insinúa un amigo. Y
vivimos. La luz de las farolas en Madrid es anaranjada, noches de
arrebol congelado nos dan.
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