sábado, 3 de agosto de 2019

La pequeña isla de los Faisanes en el río Bidasoa, frontera natural entre España y Francia es famosa sobre todo por el hecho de que allí, en territorio neutral, se celebrara el encuentro entre Luis XIV y Felipe IV, de resultas de la Paz de los Pirineos. El encuentro se celebró en una gran tienda situada en el centro de la isla. Felipe IV iba acompañado por la infanta María Teresa, su hija, que iba a contraer matrimonio con Luis XIV. 
En esa época, los territorios estaban todavía simbólicamente adscritos a las personas de los soberanos y de su familia. Así, la infanta fue despojada de sus vestiduras españolas y de cualquier otro objeto antes de ser revestida de las pompas francesas. No podía portar nada español en su nueva vida pues ello hubiera significado una injerencia diplomática o, peor aún, el estado de guerra por la introducción de un pequeño ejército de enseres español en Francia.
Actualmente, de resultas de un tratado de 1856, dos virreyes, uno español y uno francés, se reparten alternativamente el dominio de la isla de los Faisanes cada seis meses. El cargo de virrey tiene competencias legislativas y ejecutivas a lo largo del Bidasoa y de su desembocadura.
La infanta, luego reina, María Teresa, fue despojada de todo y convertida durante un instante en paria de la Tierra en esa isla. Fue reducida a la nada para que pudiese pasar del cero al infinito por la magnanimidad del que iba a ser su marido, y rey. Es curioso que ese lugar, sea hoy un sistema de ecuaciones diferenciales que pasa, por así decir, de un punto medio al cero y otra vez a un punto medio. Podría hablarse en cierto modo, de una herencia de la infanta, que se ha puesto al día cuando ya no hay absolutos políticos y sí aurea mediocritas.

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