Un refugio nuclear es uno de los florones más grandes del egoísmo de sus propietarios. Salvo si estamos en Suiza, donde, al parecer, todo el mundo tiene acceso a uno. En este caso el egoísmo se amplía a todo un país. (¿Te imaginas un mundo post-atómico poblado solo de suizos? Es un escenario bastante apocalíptico).
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